Otras Energías Renovables

Energía mareomotriz – generar electricidad con las mareas

Una torre amarilla con paneles solares cerca del mar simboliza el monitoreo costero y su posible vínculo con la energía mareomotriz.

¿Qué es la energía mareomotriz?

La energía mareomotriz es una fuente renovable que aprovecha el movimiento natural de las mareas para generar electricidad. Este tipo de energía se obtiene del ascenso y descenso del nivel del mar, un fenómeno provocado por la atracción gravitatoria que ejercen la Luna y el Sol sobre los océanos. A diferencia de otras fuentes renovables como la solar o la eólica, la energía mareomotriz tiene una gran ventaja: su absoluta previsibilidad, ya que los ciclos de marea pueden calcularse con precisión matemática.

El sistema consiste en capturar la energía cinética y potencial de las masas de agua que se desplazan durante la marea alta y baja. Para ello, se emplean infraestructuras específicas como diques, turbinas submarinas o sistemas híbridos que permiten transformar ese movimiento del mar en electricidad. Esta energía puede integrarse en la red eléctrica y servir como fuente constante, estable y limpia.

En el contexto español, esta tecnología podría ser especialmente relevante para las regiones costeras, considerando la extensa línea litoral peninsular e insular. A medida que se busca reducir la dependencia de combustibles fósiles, la energía mareomotriz se presenta como una alternativa complementaria para reforzar el liderazgo en energías limpias que España ha desarrollado en las últimas décadas.

Historia y evolución de la energía mareomotriz

El aprovechamiento de la energía mareomotriz no es una novedad reciente. En realidad, sus orígenes se remontan a varios siglos atrás. En algunas regiones de Europa, incluido el norte de España, ya existían desde la Edad Media molinos de marea que utilizaban el movimiento del mar para moler grano. Estos ingenios hidráulicos rudimentarios anticipaban, de alguna manera, lo que siglos más tarde se convertiría en una sofisticada tecnología energética.

El gran salto moderno ocurrió en el siglo XX, especialmente con la construcción de la planta mareomotriz de La Rance, en Francia, en 1966. Este proyecto pionero demostró que era posible generar electricidad de forma estable y eficiente utilizando el flujo de las mareas. Desde entonces, la investigación y el desarrollo en este campo han sido constantes, impulsados por la necesidad de diversificar las fuentes de energía y reducir las emisiones contaminantes.

En las últimas décadas, se han desarrollado distintos tipos de tecnologías mareomotrices. Algunas utilizan turbinas instaladas en el fondo del mar, mientras que otras aprovechan estructuras flotantes o combinadas. La evolución también ha estado marcada por la búsqueda de una mayor eficiencia y una menor afectación ambiental.

España, si bien aún no cuenta con grandes plantas mareomotrices, sí ha mostrado interés en esta tecnología a través de investigaciones académicas y ensayos piloto, especialmente en comunidades autónomas con tradición marítima como Galicia, Cantabria y el País Vasco. El camino está trazado, y el potencial para una implementación más ambiciosa es evidente.

Cómo funciona una planta mareomotriz

Una planta mareomotriz es una instalación pensada para transformar la energía del movimiento de las mareas en electricidad. Existen diferentes tipos de tecnologías, pero todas tienen en común el aprovechamiento del vaivén marino.

Uno de los sistemas más clásicos es el de diques o represas. En este modelo, se construye una barrera que permite acumular el agua del mar durante la marea alta. Luego, cuando la marea baja, el agua almacenada se libera a través de turbinas hidráulicas, generando electricidad. Este sistema necesita zonas donde la diferencia entre pleamar y bajamar sea considerable.

Otra opción son las turbinas de corriente de marea, que se instalan en el lecho marino, donde las corrientes son especialmente fuertes. Estas turbinas funcionan de forma similar a los aerogeneradores, pero bajo el agua, y giran cuando las corrientes las atraviesan. Es una tecnología menos invasiva que las represas y más flexible desde el punto de vista geográfico.

También existen sistemas híbridos, que combinan distintas tecnologías para adaptarse mejor a las condiciones locales. En algunos casos, se usan estructuras flotantes que suben y bajan con la marea, y esa energía mecánica se transforma en electricidad mediante un sistema de generadores en superficie.

Todas estas instalaciones requieren una conexión a la red eléctrica mediante cables submarinos, así como infraestructuras de soporte en tierra. Además, deben diseñarse para resistir el ambiente marino, altamente corrosivo, y prever un mantenimiento técnico especializado. Si bien las inversiones iniciales son elevadas, la vida útil prolongada de las plantas compensa los costes a largo plazo.

Ventajas de la energía mareomotriz frente a otras fuentes renovables

La energía mareomotriz presenta ventajas singulares que la hacen destacar dentro del panorama de las energías limpias. Una de las principales es su predictibilidad absoluta. A diferencia de la solar o la eólica, que dependen de condiciones climáticas cambiantes, las mareas siguen ciclos regulares y medibles. Esto permite planificar con precisión la producción eléctrica y reducir la necesidad de almacenamiento energético.

Otra ventaja es su baja variabilidad. Aunque no produce electricidad constantemente como una central térmica, sí lo hace con una regularidad que la convierte en un excelente complemento para otras fuentes renovables más volátiles. En los momentos en los que no hay sol o viento, la energía mareomotriz puede garantizar un suministro básico.

Desde el punto de vista medioambiental, no genera emisiones de CO₂ ni de ningún otro contaminante durante su operación. Esto la hace ideal para reducir la huella de carbono del sistema eléctrico. Además, al desarrollarse en el mar, no compite por espacio terrestre, lo que evita conflictos con el uso agrícola o urbano del suelo.

En términos de durabilidad, las infraestructuras mareomotrices suelen tener una vida útil larga, superior a los 40 años si se realiza el mantenimiento adecuado. Su robustez y fiabilidad las convierten en inversiones estables para el futuro energético.

En el caso español, estas ventajas cobran aún más relevancia, ya que el país cuenta con una amplia red costera y un sistema eléctrico cada vez más integrado con energías verdes. La inclusión de la energía mareomotriz permitiría aumentar la resiliencia energética del país ante crisis externas o fenómenos climáticos extremos.

Impacto ambiental y desafíos técnicos

A pesar de sus beneficios, el desarrollo de la energía mareomotriz conlleva ciertos impactos ambientales y desafíos técnicos que deben abordarse con responsabilidad. Uno de los principales retos es el efecto sobre los ecosistemas marinos, especialmente en zonas donde se construyen represas o estructuras fijas. La alteración de corrientes, cambios en la salinidad del agua o interferencias en rutas migratorias de especies marinas son efectos documentados en algunos casos.

También existen cuestiones técnicas complejas, como la resistencia de los materiales al ambiente marino. La salinidad, el oleaje y la presión pueden dañar los componentes si no se utilizan materiales adecuados o si no se realizan inspecciones periódicas. Esto repercute en el coste de mantenimiento, que puede ser alto si no se planifica correctamente desde el diseño.

Otro aspecto crítico es el coste inicial de inversión. Aunque a largo plazo se compensa por la durabilidad de las instalaciones, el desembolso inicial puede ser un obstáculo para muchos proyectos, especialmente en regiones donde la rentabilidad inmediata es prioritaria.

En España, algunos de estos desafíos podrían mitigarse mediante alianzas entre el sector público y privado, o con apoyo de fondos europeos para la transición energética. Además, la experiencia acumulada en energías renovables como la eólica marina puede servir de base para enfrentar los retos de la mareomotriz.

Energía mareomotriz: proyectos destacados en el mundo

La energía mareomotriz ha demostrado su viabilidad en diversos países. Uno de los ejemplos más emblemáticos es la planta de La Rance, en la costa norte de Francia, que lleva operando desde 1966 con una capacidad de 240 MW. Este proyecto pionero es considerado un modelo de eficiencia y longevidad.

En Asia, Corea del Sur ha desarrollado la planta de Sihwa Lake, actualmente la mayor del mundo, con una capacidad de 254 MW. Su diseño innovador y su integración con áreas urbanas la han convertido en un referente global.

Reino Unido es otro actor clave en esta tecnología. Sus ensayos con turbinas submarinas en las costas de Escocia y el estrecho de Strangford en Irlanda del Norte han ofrecido resultados positivos en cuanto a eficiencia y sostenibilidad.

Canadá, por su parte, ha apostado por la energía de las corrientes de marea en la Bahía de Fundy, donde las diferencias de altura entre pleamar y bajamar superan los 15 metros. Este entorno extremo es ideal para probar y mejorar tecnologías de conversión energética.

En España, si bien aún no existen plantas comerciales, se han llevado a cabo proyectos piloto y estudios de viabilidad en lugares como el Cantábrico. Universidades y centros de investigación están colaborando con instituciones europeas para adaptar estas tecnologías a las condiciones locales.

Perspectivas futuras de la energía del mar

El desarrollo de la energía del mar —y en particular de la mareomotriz— es una apuesta clave en el contexto de la transición energética global. La necesidad de fuentes limpias y sostenibles, unida a los avances tecnológicos, está creando un entorno cada vez más favorable para su expansión.

Uno de los focos actuales es la optimización de diseños modulares, que permitan adaptarse a distintas condiciones geográficas y escalar según la demanda. Este enfoque flexible facilita la integración en redes locales o en sistemas insulares, como los del archipiélago canario o balear.

También se están desarrollando nuevos materiales resistentes a la corrosión, así como sensores inteligentes para el monitoreo remoto. Estas mejoras permiten reducir los costes de mantenimiento y aumentar la fiabilidad del sistema.

Desde la Unión Europea, se está impulsando la investigación y financiación de tecnologías oceánicas a través de programas como Horizon Europe. España puede beneficiarse de estos fondos si se posiciona estratégicamente dentro del ecosistema de innovación energética continental.

El futuro de la energía del mar depende en buena parte de las decisiones políticas y la voluntad de invertir a largo plazo. No obstante, los elementos están alineados para que la energía mareomotriz deje de ser una promesa y se convierta en una realidad cada vez más presente en el mix energético español.

El potencial de España para desarrollar energía mareomotriz

España cuenta con más de 7.000 kilómetros de costa, lo que le otorga un enorme potencial para el desarrollo de energía mareomotriz. Aunque las diferencias de marea no son tan extremas como en otros países, existen zonas del litoral donde podrían instalarse sistemas adaptados, como turbinas de corriente o dispositivos híbridos.

El Cantábrico, por ejemplo, ofrece condiciones favorables por su topografía y las características del oleaje. También se han identificado posibilidades en el Estrecho de Gibraltar, donde la confluencia de aguas atlánticas y mediterráneas genera corrientes significativas.

Además, España dispone de una infraestructura científica y técnica de primer nivel, con universidades y centros de investigación dedicados al estudio del medio marino. La colaboración entre el sector académico, empresas tecnológicas y administraciones públicas podría ser clave para materializar proyectos de energía mareomotriz a gran escala.

Desde el punto de vista normativo, el marco legal español y europeo facilita la integración de fuentes renovables en la red eléctrica, lo que reduciría los obstáculos regulatorios para este tipo de iniciativas. La existencia de empresas energéticas con experiencia en proyectos marinos también representa una ventaja competitiva.

Si España decide apostar por la energía mareomotriz, podría no solo diversificar aún más su matriz energética, sino también liderar en innovación tecnológica en un sector con gran proyección de crecimiento en las próximas décadas.

Preguntas frecuentes (FAQ)

1. ¿Qué diferencia hay entre energía mareomotriz y energía hidráulica?
La mareomotriz aprovecha el movimiento de las mareas marinas, mientras que la hidráulica utiliza el caudal de ríos o embalses.

2. ¿Es rentable la energía mareomotriz en España?
Con las tecnologías adecuadas y apoyo institucional, puede ser rentable en ciertas zonas del litoral peninsular e insular.

3. ¿Afecta la energía mareomotriz al ecosistema marino?
Depende del diseño. Las tecnologías modernas buscan minimizar el impacto sobre el entorno natural y la fauna marina.

4. ¿Qué regiones españolas tienen más potencial para esta energía?
Principalmente el Cantábrico, el Estrecho de Gibraltar y algunas áreas del Atlántico, como Galicia.

5. ¿Hay proyectos mareomotrices activos en España?
Aún no hay plantas comerciales, pero sí estudios y prototipos en desarrollo, especialmente en colaboración con centros de investigación.

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