Otras Energías Renovables

Energía mareomotriz – generar electricidad con las mareas

Un parque submarino de turbinas ilustra cómo se aprovecha la energía mareomotriz mediante estructuras innovadoras en el lecho marino.

¿Qué es la energía mareomotriz?

La energía mareomotriz es una fuente renovable que se obtiene a partir del movimiento natural de las mareas. Este fenómeno es causado por la atracción gravitacional que ejercen la Luna y el Sol sobre los océanos. A diferencia de otras energías limpias como la solar o la eólica, la energía mareomotriz tiene una ventaja clave: su regularidad y previsibilidad, ya que los ciclos de marea pueden calcularse con exactitud matemática.

La generación de este tipo de energía implica la conversión de la energía cinética y potencial de las masas de agua en electricidad. Esto se logra mediante infraestructuras diseñadas específicamente, como represas, turbinas submarinas o sistemas flotantes, que capturan el flujo de las mareas. Se trata de una tecnología limpia, sin emisiones de gases contaminantes, y con una alta estabilidad operativa.

En el caso de Argentina, que posee una de las líneas costeras más extensas del continente sudamericano, el desarrollo de esta fuente representa una gran oportunidad para diversificar la matriz energética. Sobre todo en un contexto donde se busca avanzar hacia la transición energética, reducir la dependencia de combustibles fósiles y explotar de manera sustentable los recursos naturales.

Historia y evolución de la energía mareomotriz

El uso de la energía mareomotriz no es una invención reciente. De hecho, ya en la Edad Media existían molinos de marea en zonas costeras de Europa, donde se aprovechaba el ascenso y descenso del mar para mover mecanismos de molienda. Estos dispositivos rudimentarios anticipaban, de forma primitiva, el principio de funcionamiento que hoy se emplea para generar electricidad.

El gran hito moderno ocurrió en 1966 con la planta de La Rance, en Francia, considerada la primera planta mareomotriz comercial del mundo. Utilizando una represa y un sistema de turbinas hidráulicas, esta planta marcó un antes y un después en la forma de aprovechar las fuerzas naturales del mar.

Durante las décadas siguientes, diversos países comenzaron a investigar tecnologías más eficientes y menos invasivas. Corea del Sur, Reino Unido y Canadá son hoy referentes globales, con instalaciones activas que han demostrado viabilidad técnica, eficiencia energética y bajo impacto ambiental.

En América Latina, la energía mareomotriz aún está en fase exploratoria, pero ya existen estudios preliminares. En Argentina, instituciones como el Instituto Nacional del Agua (INA) y universidades públicas han comenzado a evaluar el potencial de ciertas zonas costeras, particularmente en la Patagonia. La historia de esta energía aún está en sus primeras páginas dentro del país, pero con posibilidades reales de desarrollo en el futuro próximo.

Cómo funciona una planta mareomotriz

Una planta mareomotriz es una instalación que transforma el movimiento del agua generado por las mareas en energía eléctrica. Para ello, existen distintos sistemas tecnológicos, todos basados en el mismo principio: aprovechar la fuerza del mar para activar un generador.

El sistema más clásico es el de represas o diques. Se construye una barrera que permite acumular el agua durante la marea alta. Luego, cuando baja la marea, se libera el agua retenida, que pasa a través de turbinas y genera electricidad. Este sistema requiere una gran diferencia de altura entre la pleamar y la bajamar, lo cual no se da en todas las zonas costeras.

Otro sistema más moderno y menos invasivo es el de turbinas de flujo libre, que se colocan en el fondo del mar en zonas con fuertes corrientes de marea. Estas turbinas giran con el paso del agua, de forma similar a los molinos eólicos, pero bajo el agua. Son ideales para regiones donde no se puede construir infraestructura fija.

También existen sistemas flotantes o híbridos, que aprovechan tanto el ascenso y descenso vertical como el desplazamiento horizontal del agua. Estas tecnologías son más flexibles y adaptables a diferentes condiciones geográficas.

Todos estos sistemas deben conectarse a la red eléctrica mediante cables submarinos, y requieren equipamiento resistente a la corrosión y a las condiciones extremas del océano. Aunque el coste inicial puede ser alto, las plantas mareomotrices tienen una larga vida útil y bajos costos operativos.

Ventajas de la energía mareomotriz frente a otras fuentes renovables

La energía mareomotriz ofrece ventajas diferenciales frente a otras fuentes de energía renovable. Una de las más destacadas es su previsibilidad absoluta. Mientras que el sol y el viento pueden variar según las condiciones climáticas, las mareas siguen ciclos astronómicos constantes, lo que permite prever con precisión la producción eléctrica.

Además, es una energía constante y estable, que puede operar varias veces al día según el ritmo de las mareas. Esto la convierte en una excelente opción para complementar otras fuentes más intermitentes, como la eólica o la solar, mejorando la estabilidad del sistema eléctrico.

Desde el punto de vista medioambiental, se trata de una tecnología limpia, que no emite gases contaminantes durante su funcionamiento. También tiene un impacto sonoro muy bajo, lo que resulta favorable tanto para la fauna marina como para los entornos urbanos cercanos.

Otra ventaja es su larga vida útil. Las infraestructuras mareomotrices, si están bien diseñadas y mantenidas, pueden operar durante más de 40 años. Esto reduce la necesidad de reinversiones frecuentes y mejora la rentabilidad a largo plazo.

En el caso de Argentina, el aprovechamiento de esta energía podría beneficiar especialmente a las provincias costeras del sur, como Chubut y Santa Cruz. Allí, la baja densidad poblacional y la necesidad de diversificar la matriz energética regional hacen que la energía mareomotriz sea una opción estratégica.

Impacto ambiental y desafíos técnicos

Aunque tiene múltiples beneficios, la energía mareomotriz no está exenta de desafíos. Uno de los principales es el impacto ambiental que puede generar la construcción de represas o estructuras fijas en zonas costeras. Estos cambios pueden alterar las corrientes marinas, modificar hábitats naturales y afectar la biodiversidad del entorno.

Incluso en los sistemas más modernos, como las turbinas submarinas, existe el riesgo de interferir con rutas migratorias de peces o de generar turbulencias que afecten al ecosistema. Por eso, cada proyecto debe ser evaluado mediante estudios de impacto ambiental rigurosos antes de su implementación.

Desde lo técnico, la durabilidad de los materiales es otro reto clave. Las instalaciones deben resistir la salinidad, la presión, el oleaje y la posible presencia de organismos marinos incrustantes. Esto implica utilizar materiales especiales y sistemas de monitoreo constante, lo cual puede elevar los costos de operación y mantenimiento.

Otro aspecto a considerar es el costo de inversión inicial, que sigue siendo elevado en comparación con otras tecnologías renovables. Sin embargo, este gasto se amortiza con el tiempo gracias a la durabilidad y la estabilidad de producción.

En Argentina, uno de los desafíos más relevantes es la falta de infraestructura existente y de normativa específica sobre energía oceánica. No obstante, estas barreras pueden superarse mediante inversión pública, cooperación internacional y el impulso de políticas energéticas a nivel nacional.

Energía mareomotriz: proyectos destacados en el mundo

A nivel internacional, la energía mareomotriz ha avanzado con proyectos que hoy sirven como referencia para otros países. El ejemplo más conocido es la planta de La Rance, en Francia, operativa desde 1966, con una capacidad de 240 MW. Este proyecto fue el primero en demostrar que las mareas podían ser una fuente fiable y sostenible de electricidad.

En Asia, Corea del Sur construyó la planta de Sihwa Lake, actualmente la mayor del mundo, con una capacidad instalada de 254 MW. Su éxito ha servido para incentivar nuevos proyectos en otras regiones del país.

Reino Unido, especialmente Escocia, es líder en tecnología de turbinas submarinas. Las pruebas realizadas en las islas Orcadas y en el estrecho de Strangford han permitido mejorar la eficiencia de las turbinas y reducir su impacto ambiental.

Canadá ha enfocado sus esfuerzos en la Bahía de Fundy, que posee una de las mayores amplitudes de marea del planeta. Allí se están probando tecnologías experimentales que podrían marcar el futuro de la industria.

En América Latina, si bien no hay proyectos comerciales en funcionamiento, ya se han realizado estudios en Chile y en algunas zonas de la costa atlántica argentina. La experiencia internacional demuestra que, con planificación y tecnología adecuada, esta forma de energía puede integrarse con éxito a las matrices energéticas nacionales.

Perspectivas futuras de la energía del mar

El futuro de la energía del mar, y en particular de la mareomotriz, se perfila como uno de los pilares de la transición energética global. La combinación de necesidades ambientales, presión social y avances tecnológicos está creando las condiciones para su expansión.

Una de las principales tendencias es el desarrollo de equipos modulares y escalables, que permitan adaptar la tecnología a diferentes geografías y necesidades energéticas. Esto facilita su instalación en regiones aisladas o con baja demanda, como muchas zonas costeras de la Patagonia argentina.

También se avanza en materiales anticorrosivos y sistemas de monitoreo inteligente, que reducen el mantenimiento y aumentan la eficiencia operativa. La automatización y el uso de inteligencia artificial serán claves para operar plantas a distancia y con mayor precisión.

A nivel internacional, los organismos multilaterales están empezando a financiar proyectos piloto, especialmente en países en desarrollo. Argentina podría acceder a estos fondos si define una estrategia clara en materia de energía oceánica.

El potencial del mar como fuente energética es incuestionable. Lo que está en juego es la decisión política de avanzar hacia modelos energéticos sostenibles, que incluyan nuevas tecnologías y fortalezcan la soberanía energética del país.

El potencial de Argentina para desarrollar energía mareomotriz

Argentina cuenta con más de 4.700 kilómetros de costa atlántica, lo que le otorga un enorme potencial para el desarrollo de energía mareomotriz. Las provincias del sur, como Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, presentan características favorables, incluyendo diferencias de marea importantes y zonas de baja interferencia humana.

Estudios preliminares han señalado que lugares como el golfo San Jorge o la ría de Puerto Deseado podrían ser aptos para la instalación de turbinas de corriente o sistemas híbridos de captación de energía. Estas regiones, además, cuentan con una demanda energética moderada, lo que facilita la integración de sistemas descentralizados.

Desde el punto de vista institucional, Argentina dispone de capacidades técnicas y científicas para investigar y diseñar proyectos de este tipo. Universidades nacionales, CONICET y el Instituto Nacional del Agua ya han abordado líneas de trabajo vinculadas a la energía oceánica.

El principal obstáculo hoy es la ausencia de un marco regulatorio específico. Para avanzar, sería necesario desarrollar normativa adaptada, incentivos fiscales y líneas de financiamiento público-privadas. También sería clave establecer convenios de cooperación con países que ya tienen experiencia en el tema.

Si se impulsan estos pasos, Argentina podría convertirse en referente regional en el desarrollo de esta fuente energética, aprovechando un recurso natural que, hasta ahora, permanece sin explotar.

Preguntas frecuentes (FAQ)

1. ¿Es viable la energía mareomotriz en Argentina?
Sí, especialmente en regiones como la Patagonia, donde hay diferencias de marea importantes y espacio para desarrollar proyectos piloto.

2. ¿Cuál es el costo de una planta mareomotriz?
La inversión inicial es alta, pero los costos operativos son bajos. Además, la vida útil de las instalaciones supera los 40 años.

3. ¿La energía mareomotriz daña el ambiente marino?
Depende del diseño. Las tecnologías actuales buscan minimizar el impacto con estructuras más amigables con el ecosistema.

4. ¿Qué rol puede jugar la energía mareomotriz en la matriz energética argentina?
Podría complementar otras renovables y mejorar el abastecimiento en zonas costeras alejadas de los centros urbanos.

5. ¿Existen proyectos concretos en Argentina?
Actualmente no hay plantas en funcionamiento, pero sí estudios técnicos y evaluaciones preliminares en zonas como Chubut y Santa Cruz.

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